martes, 5 de marzo de 2013

Fragmento: Juanita y yo.

"[...] entonces fue cuando mi alma, justo en ese preciso instante, que se quebró en catorce pedazos. Fue también cuando entendí que no debía dejarla caer. Pero toda esa cálida felicidad, ese merengue de inmensidad se derramó ante mis pies. Y fuimos reparando mi alma, entre las dos, mientras ella me miraba con nostalgia y observaba como me erguía ante el frío que invadía mi pecho; tal como una voz desvaneciéndose en eco, que tan lento y tan de a poco repetía :


Muero.

Muero.

Muero.

Muero.

Muero.

Y pensé que no iba a pasar más de un instante. Sin embargo, acá estoy: aún sin terminar de morir. Este es el peor castigo que puede tener cualquier mortal saber que va a morir, pero no saber cuando. Saber que se está muriendo lentamente, pero nunca llega la muerte final. Saber que duele tanto, tan estrepitosamente, tan violento, hasta desear que venga lo más rápido posible para que, como todo, se vaya, y saber que aunque alguna vez muera, ese dolor no va a morir conmigo.[...]"

Juanita y yo, Capitulo XIV: Nirvana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario