domingo, 6 de julio de 2014

una mochila nueva

¿Por qué hiciste esas cosas? ¿Por qué te atreviste a enseñarme tu flor de piel?
Sirvió para que me tengas encantada un rato, sirvió para que me enciendas.
¿Por qué fuiste tan claro y tan oscuro? ¿Por qué nunca te animaste a decirmelo?
¿Por qué sentiste que no podías compartir eso conmigo, que no lo ibamos a poder resolver, que yo -justo yo- no iba a poder ayudarte?
¿Por qué te gusté tanto de repente? ¿Por qué ahora no sabes cual color es el que mas te gusta, de repente?
Vos me hablaste tanto de las brujerias que me hiciste creer en ellas, y te juro que hasta casi huelo la pócima de esta despedida. Porque no, no puede existir otra cosa para que corrompa tanto amor. No puede ser de la nada. Aca hay algo más allá de nosotros, energías malignas, energías egoístas, energías que no te dejan ser por pensar solo en ellas mismas. Y creo que te conozco un poco para que incluso vos alguna vez te hayas percatado de esta idea, aunque sea fugazmente.
Sirvió para volver a equivocarme, para revolver la mierda de todos mis peores mambos.
Sirvió para darme cuenta de que no alcanza mi pureza ¿Lo estaré haciendo mal todo el tiempo acaso?
Sirvió para soltar el incontrolable monstruo de mi peor miedo, ese miedo del que tanto te hablé, para que me devore sin masticarme siquiera.
Sirvió para volver a frustrarme.

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