Cuando vivis solo creés que tu vida será plena. Que encontrarás esa paz y esa armonía que siempre quisiste.
Que te irás a dormir con una sonrisa y despertarás con una aún más amplia.
Podés andar desnudo por toda la casa sin esconderte de nadie por que, claro, estás solo y pleno.
Que saciarás tus noches apasionadas explorando diferentes cuerpos, los que vos quieras y elijas, total no tenés que rendirle cuentas a nadie.
Que todo lo harás cantando y/o bailando una canción, sumergido en una inmensa felicidad porque claro, estás pleno en tu hogar.
Sin embargo, otra vez, me equivoqué.
La paz se volvió tan pesada y agobiante como un horrible día húmedo lleno de calor. Mis sonrisas se han borrado en cada dormir y no han renacido en cada despertar. Dejé de andar desnuda y me abrigué, pues es demasiado espacio para mi y el viento que me corroe me hace tiritar. Mis noches más apasionadas las he saciado conmigo misma hasta quedarme dormida de ebriedad. Mis rockanrolles se transformaron en el jazz más nostalgioso y triste que la noche pudo escuchar.
Hoy hace 7 meses que vivo sola y, la verdad, lo único que hice fue aburrirme más y más.
Nunca detesté tanto ser mi propia compañía.
Nunca este hueco se ha llenado de tanto nada.
No tengo miedo a enloquecer. Ya es demasiado tarde.
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